Este trabajo se basó en el
análisis interpretativo del discurso informativo de un
medio gráfico de Fray Bentos, el bisemanario Zona Oeste, y uno de Gualeguaychú,
el diario El Día, con el
objetivo de determinar la postura desde la cual estos
medios construyen las noticias relacionadas al conflicto argentino-uruguayo
originado tras la instalación de fábricas de pasta de celulosa en el río
Uruguay. Para ello se observaron los términos que cada medio utilizó para
referirse a los integrantes de la Asamblea
Ciudadana Ambiental Gualeguaychú o a quienes, sin ser parte
activa de esta ONG, participan de las acciones de protesta contra la
instalación de fábricas de pasta de celulosa. También se consideraron los
términos utilizados para nombrar a estas protestas, y finalmente se destacaron
aquellos actores sociales a los que cada medio les dio voz, a través de la publicación de declaraciones directas –
textuales- e indirectas – como fuentes
de información.
Del recuento de los términos utilizados para denominar a
los integrantes de la Asamblea Ciudadana
Ambiental Gualeguaychú o a quienes participan de las acciones de protesta
contra la instalación de fábricas de pasta de celulosa en el río Uruguay, se
llegó a la conclusión de que la postura del bisemanario Zona Oeste hacia éstos
es desfavorable, pues el término mayormente utilizado para denominarlos es
“piqueteros”, y que la actitud de El Día es favorable porque prefiere
nombrarlos como “La Asamblea ”.
El término “piquetero”, está asociado a la agresividad y a
la ilegalidad pues remite a las protestas que surgieron a mediados de los 90 en
Argentina, en las que grupos de personas, en su mayoría hombres jóvenes, cortaban
el tránsito de una calle o una ruta y, con sus rostros semitapados y palos en
mano, prendían fuego cubiertas de vehículos. “La Asamblea ”, en cambio,
presentado de este modo o con su nombre completo de “Asamblea Ciudadana
Ambiental Gualeguaychú” da cuenta del reconocimiento hacia ésta como ONG y a
sus integrantes como un grupo de personas organizadas que toman decisiones
democráticamente. Sentido alejado de toda ilegalidad y agresividad.
Pero de tener en cuenta sólo a la palabra, el análisis se
hubiera limitado a lo que Verón llama “plano del enunciado”, es decir, a aquello que se dice y que pertenece al orden del
contenido[1].
Fue en la manera de decir el contenido, en el plano de la enunciación, donde
estuvo principalmente puesta la atención para este trabajo, y fue mediante el
análisis de la palabra en su contexto que se llegó a la conclusión de que un
mismo término puede tener connotaciones negativas o positivas. Tal es el caso
de la palabra “asambleísta”, que fue utilizada la misma cantidad de veces por los
dos medios analizados pero cargada de negatividad en Zona Oeste y presentada de
modo positivo por el Día.
Dejando de lado el empate
en la utilización del término “asambleísta”, las dos denominaciones más
utilizadas por el bisemanario fraybentino para referirse a los integrantes de la Asamblea Ciudadana
Ambiental Gualeguaychú o a quienes participan de las acciones de protesta
contra la instalación de fábricas de pasta de celulosa en el río Uruguay, son
“piqueteros” y “activistas”, palabras que, para referirse exactamente al mismo
grupo de personas, nunca utilizó el diario El Día. Es mediante estos ejemplos
que se comprueba que los periodistas son operadores semánticos y que convertir un hecho en noticia es
una operación básicamente lingüística[2].
De las nueve
palabras clave que se utilizaron como unidades de análisis para determinar
desde qué postura los periodistas nombran a los
integrantes de la
Asamblea Ciudadana Ambiental Gualeguaychú, y a aquellos que
se manifiestan contra la instalación de las fábricas de pasta de celulosa,
merece especial atención “Gualeguaychú”, pues abarca a todos los habitantes de
esa ciudad. Su utilización por un medio periodístico de Gualeguaychú indica
“nosotros”, por un medio de otra ciudad, indica “ellos”.
El pronombre “nosotros” es un “marcador
de afiliación”. El empleo de la primera persona del plural puede cumplir una
importante función persuasiva, dado que tiene la capacidad de codificar la
pertenencia a grupos. El hablante, en este caso un medio o uno de sus
periodistas, se autocategoriza situándose como individuo o miembro de un grupo
(Worthman, 1996:472) que posee determinadas creencias, que lleva a cabo un tipo
particular de acciones o que comparte una situación particular. Aún en los
casos en que la referencia es vaga o ambigua, el hablante se posiciona en su
mensaje y presenta una actitud respecto a éste[3].
Tratándose de un medio de comunicación de Gualeguaychú el
uso del “nosotros”, además de indicar afiliación por parte del hablante a un
grupo determinado, puede tener también
la función constructiva de la solidaridad, habitual en el discurso político,
mediante la inclusión del oyente en la perspectiva, (Zupnik, 1994:340, 367) en
el compromiso, en la actitud del hablante[4],
es decir, incluir al lector en el grupo, con sus correspondientes posturas y
modo de entender y nombrar la realidad.
La postura desfavorable por parte de Zona Oeste y favorable
por parte del diario El Día, hacia las acciones de protesta contra la
instalación de fábricas de pasta de celulosa en el río Uruguay quedó demostrada
también a través del recuento de los términos utilizados para referirse a estas
manifestaciones y de la observación del contexto en el que fueron utilizados.
Mientras que Zona Oeste privilegia el uso de las palabras “corte”, “manifestación”;
y “piquete” el diario El Día, opta en primer lugar por “acción”, y luego por
“corte” y en tercer lugar por “protesta”.
“Piquete” asume la misma asociación a la ilegalidad y a la
violencia antes descripta para el término “piquetero”; y aun así, en la única
oportunidad que el término fue utilizado por diario El Día no se lo hizo de
modo descalificativo, sino por el contrario “la zona del piquete” fue
presentada como el lugar donde iba a celebrarse “un año de resistencia civil
pacífica”. Por otro lado y lejos de toda
exaltación, cuando Zona Oeste se refiere al “corte” o al “piquete de Arroyo
Verde”, lo hace para informar sobre la situación de un actor social que no
tiene protagonismo en las páginas del diario gualeguaychuense: los “afectados
por los cortes de ruta”.
Si bien no fue de las denominaciones más utilizadas por
ninguno de los dos medios estudiados, la referencia a las acciones de protesta
contra la instalación de fábricas de pasta de celulosa en el río Uruguay como
“lucha” es digna de observar. Tanto en El Día como en Zona Oeste este término
no fue utilizado remitiendo a su acepción de “pelea” o “combate” sino como modo
de representar el “esfuerzo para resistir una fuerza hostil”[5].
Se trata de una acción heroica que requiere perseverancia y convicción, pues
las acciones demandan tiempo y constancia para ser consideradas “luchas” y
deben inspirar cierto reconocimiento en el hablante para que las denomine de
esta manera.
¿Por qué los medios construyen una para-realidad donde
ciertos acontecimientos son cargados de importancia mientras que otros tantos
no logran siquiera ser publicados?
¿Qué lleva a los periodistas a utilizar determinadas palabras y a hacer
otras a un lado cuando se trata de nombrar a un grupo de personas, una acción,
un evento?
¿Qué influye en los
periodistas en particular y en los medios en general en el momento de decidir
qué actores sociales tendrán acceso al espacio público[6]?
¿Por qué habrían los lectores de creer que lo que el medio
que consumen les dice que ocurre, es fidedigno?
De la observación de las fuentes citadas se evidencia que
entre El Día y sus lectores y entre Zona Oeste y sus lectores existe un
contrato fiduciario que garantiza que la publicación de las declaraciones de
determinado actor social refuerza la verosimilitud del discurso del medio, pues
es mediante las citas de las fuentes que los
medios aseguran el efecto de verosimilitud y refuerzan el lazo de confianza con
su lector”[7].
En su gran mayoría, las declaraciones publicadas por los medios
analizados corresponden a actores sociales cuya postura es la misma que la que
el propio medio demuestra mediante la preferencia de determinados vocablos por
sobre otros en el momento de denominar a los integrantes de la Asamblea Ciudadana
Ambiental Gualeguaychú, a aquellos que sin formar parte activa de esta ONG se
manifiestan adversos a la instalación de fábricas de pasta de celulosa en el
río Uruguay, y a los tipos de protestas que se llevan a cabo en este sentido.
En las escasas ocasiones en las que estos medios hicieron públicas las
declaraciones de los adversarios, es
decir, de aquellos que demuestran una postura adversa a la del medio, se lo
hizo para dejarlos en evidencia o
bien para que sus palabras sean retrucadas
por actores sociales que comparten la misma línea que el medio y, por ende, de
sus lectores.
Se percibe en este sentido, cierta complicidad entre el
medio y sus lectores. Ambos se encontraron, se eligieron mutuamente y lo hacen
mediante cada discurso que el primero construye y el segundo consume.
El público deposita su confianza en el medio y el medio
construye la realidad consciente de lo que su público necesita saber de la
realidad y dándosela a conocer de la manera en que su público la interpretaría
si estuviese en el lugar del medio.
Una vez que medio y lector fueron mutuamente seleccionados
y establecieron entre sí un contrato de confianza, el medio generará su
discurso privilegiando ciertos sentidos y
suprimiendo otros (Morley, 1992:42); y
el lector se moverá interpretativamente igual que el medio se ha movido
generativamente (Eco, 1999: 80). Estos
movimientos van dejando huellas en el texto que ponen de manifiesto posturas,
valoraciones e ideologías de quienes elaboran el discurso, e incluso huellas
relacionadas a las condiciones sociales en las que fue escrito. El análisis de
la construcción de las noticias de Zona Oeste y El Día, relativas al conflicto entre
Uruguay y Argentina, dieron prueba de ello.
En definitiva, quien enuncia
deja huellas en lo que dice – en el enunciado- y posiciona al destinatario a
través de la manera de decir el contenido -en su enunciación-. Este trabajo
pudo corroborar que incluso en el más despersonalizado de los géneros
periodísticos, que es la noticia, se encuentran huellas y que mediante el
análisis y la interpretación de esas huellas es posible determinar la postura
desde la cual se elaboró el discurso.
Queda planteada la propuesta de
que esta investigación se complemente con un estudio que centre su atención en
el receptor del discurso, en el proceso no de producción sino de consumo del
producto noticia a fin de determinar hasta qué punto la postura de los medios resulta
ser también la del público consumidor. Otra alternativa es analizar y comparar el
discurso informativo de los diarios de tirada nacional con los locales; o bien
realizar un seguimiento de un mismo medio, sea local, nacional o del
extranjero, en diferentes etapas del conflicto. Sobre este tema puede
analizarse también el tratamiento de la información en otros formatos:
radiales, televisivos, publicaciones en Internet; y aun tratándose de la prensa
gráfica el análisis puede focalizarse en los editoriales, en las notas de
opinión, en el formato, en las fotografías, sin limitarse sólo a las noticias
como en este caso.
[1] Eliseo Verón distingue dos niveles en el funcionamiento de cualquier
discurso: el nivel del enunciado y el nivel de la enunciación. Ver: Zecchetto,
Victorino (coordinador), Seis semiólogos en busca de un lector. La Crujía. Buenos Aires. 2008. p.
262.
[2] Martínez Albertos citado en: Rodrigo Alsina, Miguel. “La Construcción de la
noticia”, capítulo II: “La
Producción de la
Noticia ”. www.perio.unlp.edu.ar
[3] Ver: Zecchetto, Victorino (coordinador); Seis semiólogos en busca de un lector. Editorial La Crujía , Bs. As., 2008. pp.
246-247.
[4] [4] Vasilachis de Gialdino, Irene. Pobres,
pobreza, identidad y representaciones sociales. Gedisa editorial.
Barcelona, 2003. p. 225.
[5] Significado de la
palabra “lucha” obtenido del diccionario de la Real Academia Española en
www.rae.es
[6] Dominique Wolton
presenta a los periodistas como los “pasadores” que administran el acceso al
espacio público, los “seleccionadores” de lo que debe o no existir
públicamente. (Wolton, 2007: 208)
[7] Martini, Stella y Gobbi, Jorge. La
agenda de los medios y el reconocimiento del público: una propuesta de
discusión. Cuadernos de Teoría del Periodismo Nª26. “El debate sobre las
agendas periodísticas”, Bs. As, 1997.